Portugal pone límites a los productos azucarados y con altos contenidos en grasas en las expendedoras
Desde el pasado 6 de septiembre, determinados productos han dejado de estar permitidos para su venta en máquinas expendedoras. La semana pasada entró en vigor en el país la nueva Orden aprobada por el Ministerio de Salud que limita la oferta alimentaria en el vending y que se aplicará de forma gradual y progresiva para que las empresas puedan adaptarse a las condiciones impuestas.
Las instituciones tienen seis meses para adaptar los contratos e incluir entre sus disposiciones los alimentos y bebidas que quedarán fuera de la oferta o, al menos, las cantidades máximas de azúcares, sal y grasas que serán admitidas para su venta al público.
En principio la medida se restringe al ámbito público de la salud cuyos futuros contratos ya deberán partir con las premisas aportadas por el Sistema Nacional de Salud y que señalan directamente a productos como hamburguesas, bollería industria, dulces, bocadillos a base de productos de charcutería, galletas con aportes máximos de azúcar y grasas, refrescos, golosinas o determinados productos a base de chocolate.
No solo se prohiben, por tanto, determinados alimentos y bebidas, sino que además se obliga a que en la oferta se incluyan agua embotellada, leche desnatadas, yogures bajos en grasa, pan integral, zumos, fruta fresca, embutidos bajos en sal y grasa o frutos secos.
La medida complementa la prohibición que se impuso en el año 2012 para la venta de determinados productos en los centros escolares. También se ponía el acento sobre las bebidas azucaradas, la bollería industria y los snacks con altos contenidos en grasas y sal, propuestas que desde entonces estaban vetadas en los colegios e institutos del país.
Desde que se aprobó la medida en junio hasta su entrada en vigor este mes de septiembre se ha debatido mucho sobre el tema, partiendo del incumplimiento de estas limitaciones en muchos centros escolares a la nula reacción registrada por parte de la industria de bebidas y alimentos en el país.
Las denuncias por parte de padres se han sucedido en estos cuatro años por la falta de rigor a la hora de adecuar la oferta alimentaria en las expendedoras, una labor de vigilancia que deberá seguir realizando la población como ya ha advertido el Gobierno portugués que también estuvo barajando la posibilidad de imponer nuevas tasas a este tipo de alimentos.
Finalmente se ha optado por limitar la oferta alimentaria en las máquinas expendedoras, pero no se hace referencia alguna a las cafeterías que se encuentran en el interior de los propios centros y mucho menos en las que se instalan alrededor de estos espacios públicos, una competencia a la que los operadores portugueses ya le temen.
La guerra a los azúcares, las grasas trans y la sal se está librando de manera bastante dura en el ámbito de la venta automática y no solo en Portugal, lo estamos viendo también en Reino Unido, una batalla que no siempre se está librando en igualdad de condiciones con otros canales de venta.
Es, sin embargo, una medida que en teoría debería aportar resultados más eficaces al limitar la oferta alimentaria y exigir alternativas más saludables a un canal que, por espacio, siempre se había limitado a ofrecer productos de impulso y no siempre los más recomendables para la salud.